Del latín. pater, tris. Varón o
macho que ha engendrado. Cabeza de una descendencia, familia o pueblo.
(Microsoft® Encarta® 2007)
Tipos de padres
En muchas conversaciones entre
padres se vierten juicios acerca de cómo es tal niño o tal otro y se achacan a
los padres las características personales de los hijos. Así mismo, suelen
comparar el carácter y la personalidad de sus hijos con el suyo propio. Si
admitimos que hay una fuerte influencia de los padres en los hijos, es lógico
suponer que, en función de sus prácticas educativas, se manifiesten diferencias
individuales entre los niños, en sus características de personalidad y socialización.
El comportamiento educativo
predominante de la mayor parte de los padres se asemeja a alguno de los tres
estilos educativos principales que señalan los psicólogos. Si bien es cierto
que rara vez, los padres encajarán del todo en uno de estos patrones.
Padres autoritarios.
Son aquellos que exigen
obediencia a su autoridad y son partidarios del uso del castigo y la disciplina
para controlar los comportamientos que no se consideran correctos. Son padres
del "porque lo digo yo", que no facilitan el diálogo en la familia,
poco comunicativos y poco afectuosos.
Sus hijos serán obedientes, pero:
Suelen ser más tímidos y poco
tenaces a la hora de perseguir metas.
Actúan influidos por el premio o
el castigo que va a recibir su comportamiento. Por ejemplo, no saludan a un
adulto porque lo deseen o quieran manifestarle su afecto, sino porque si no lo
hacen, serán castigados o recriminados.
Tienen una baja autoestima debido
a que se ven así mismos como responsables de sus éxitos o fracasos.
La falta de diálogo en sus hogares
hace que los hijos tiendan con frecuencia a ser poco alegres, infelices,
irritables y vulnerables a las tensiones.
Padres permisivos
Son padres con una actitud
general positiva hacia el comportamiento del niño; aceptan sus conductas,
deseos e impulsos, y usan poco el castigo. Acostumbran a consultar al niño
sobre las decisiones que afectan a la familia. Sin embargo, no le exigen
responsabilidades ni orden. Permiten que el niño se autoorganice al máximo, no
existiendo a menudo normas que estructuren la vida cotidiana (por ejemplo:
tiempo de ver la televisión u hora de acostarse). Utilizan el razonamiento,
pero rechazan el poder y el control sobre el niño.
Sus hijos, debido
fundamentalmente al bajo nivel de exigencias y control al que se enfrentan,
tienden a:
Tener problemas para controlar
sus impulsos.
Tener dificultades a la hora de
asumir responsabilidades.
Ser inmaduros y con baja
autoestima.
Sin embargo, son más alegres y
vitales que los niños de padres autoritarios.
Padres democráticos
Son padres afectuosos, que
refuerzan con frecuencia el comportamiento del niño e intentan evitar el
castigo; son también más sensibles a las peticiones de los niños. Sin embargo,
no son padres indulgentes con sus hijos, más bien al contrario, les controlan y
dirigen, pero son conscientes de sus sentimientos, puntos de vista y
capacidades evolutivas. A menudo, además, les explican las razones que han
originado un control o castigo. No ceden ante los lloros; gimoteos o
impertenencias, pero es posible que cambien de postura tras escuchar los
argumentos que el niño les ofrece. Además, plantean a los niños exigencias de
madurez e independencia.
Los hijos de estos padres son los
que muestran características más deseables en nuestra cultura y se caracterizan
por:
Tener niveles de autocontrol y
autoestima.
Ser capaces de afrontar
situaciones nuevas con confianza e iniciativa.
Ser persistentes en lo que
inician
Ser niños que se relacionan
fácilmente con otros, independientes y cariñosos.