El
Bullying o acoso escolar es una forma de violencia entre compañeros en la que
uno o varios alumnos molestan y agreden de manera constante y repetida a uno o
varios compañeros, quienes no pueden defenderse de manera efectiva y
generalmente están en una posición de desventaja o inferioridad. El acoso
escolar tiene como escenario los centros educativos. Como se trata, en su
mayoría, de un acoso invisible para los adultos, los profesores difícilmente
tendrán conocimiento de lo que está sucediendo a través de los padres. El
agresor acosa a la víctima en los baños, en los pasillos, en el comedor, en el
patio, reservando sus acciones durante la ausencia de mayores. En algunos
casos, el acoso sobrepasa las paredes del colegio, pasando a ser telefónico e
incluso por correo electrónico.

En
el acoso escolar intervienen: los agresores, las víctimas y los testigos. Los
testigos son los alumnos, docentes u otros miembros de la comunidad escolar que
presencian las agresiones hacia las víctimas. Estos últimos juegan un papel
fundamental al apoyar a las víctimas y denunciar el acoso, pues suelen
estimular las agresiones, cuando se ríen, aplauden o felicitan a los agresores.
El
bullying puede darse en cualquier tipo de colegio, público o privado, pero
según algunos expertos, cuanto más grande es el centro escolar más riesgo
existe de que haya acoso escolar. A esta característica, hay que añadir la
falta de control físico y de vigilancia en los centros educativos. Sería
recomendable que en los pasillos hubiera siempre alguien, profesores o
cuidadores, para atender e inspeccionar a los alumnos.

Aparte
de eso, el tratamiento que se da a los alumnos es muy importante. La falta de
respeto, la humillación, las amenazas o la exclusión entre el personal docente
y los alumnos llevan a un clima de violencia y a situaciones de agresión. El
colegio no debe limitarse sólo a enseñar, pero debe funcionar como generador de
comportamientos sociales.
Las
causas del bullying pueden residir en los modelos educativos que son un
referente para los niños, en la ausencia de valores, de límites y de reglas de
convivencia; en recibir castigos a través de la violencia o la intimidación y
en aprender a resolver los problemas y las dificultades con la violencia.

Cuando
un niño está expuesto constantemente a esas situaciones, acaba por registrar
automáticamente todo en su memoria, pasando a exteriorizarlo cuando lo vea
oportuno. Para el niño que practica el bullying, la violencia es sólo un
instrumento de intimidación. Para él, su actuación es correcta y, por lo tanto,
no se autocondena, lo que no quiere decir que no sufra por ello. Normalmente, el agresor tiene un
comportamiento provocador y de intimidación permanente. Posee un modelo
agresivo en la resolución de conflictos, presenta dificultad para ponerse en el
lugar del otro, vive una relación familiar poco afectiva, y tiene muy poca
empatía. Según los expertos criminalistas y psicólogos, un niño puede ser autor
de bullying cuando solo espera y quiere que hagan siempre su voluntad, cuando
le gusta probar la sensación de poder, cuando no se siente bien o no disfruta
con otros niños.

Los
bullies o agresores molestan a los más pequeños o a los niños más vulnerables.
Apuntan a los niños que son diferentes, que no usan ropa de moda o que forman
parte de una minoría social o racial. Molestan a niños que se están
desarrollando y son torpes con su cuerpo, o con sobrepeso, o hasta los más
estudiosos o muy tímidos. No necesitan mucho para inspirarse si tienen la
intención de herir, humillar o dejar de lado a alguien de su círculo de amigos.
No sólo humilla a los niños que son atacados, también afecta a los testigos
cercanos, especialmente si ellos no saben qué hacer al respecto.
La
víctima de bullying, habitualmente, son niños que no disponen de recursos o
habilidades para reaccionar, son poco sociables, sensibles y frágiles, son los
esclavos del grupo, y no saben reaccionar por vergüenza o conformismo, siendo
muy perjudicados por las amenazas y agresiones.
La
buena noticia es que todos los niños tienen derecho a vivir sin ser víctimas de
la violencia. Padres y niños tienen derecho a que las escuelas sean seguras,
donde haya respeto mutuo y los adultos asuman la responsabilidad de proteger a
los niños.
Para
terminar con el bullying tenemos que informarnos y alzar la voz. Si los niños
hablan con sus padres, sus educadores y otros adultos de confianza, podemos
terminar con el bullying. Pero necesitamos un plan, debatir, tener un poco de
coraje y muchos consejos prácticos para hacerle frente a este problema.
Si
no nos quedamos callados, podemos lograr que las escuelas sean lugares donde
los niños puedan aprender y disfrutar en un entorno seguro. Esto ayudará a que
el respeto mutuo sea una regla en toda la comunidad.

CONSECUENCIAS
DEL BULLYING
El
bullying no sólo da miedo y provoca incomodidad, puede causar un daño emocional
grave y duradero en una persona.
Niños
que sufren el bullying directamente
A
menudo sienten que es culpa de ellos y no saben qué hacer para detenerlo.
Pueden
incluso retraerse y no tener vida social por miedo a la humillación.
Pueden
sufrir un daño psicológico, no sólo en el presente, sino también en el futuro.
Pueden
sufrir lesiones o problemas de salud.
Tienen
más probabilidades de abandonar la escuela y los estudios.
Pueden
tomar represalias, utilizando la violencia.

Niños
que son agresores
Tienen
más probabilidades de involucrarse en peleas con comportamientos agresivos.
A
menudo les va mal en la escuela y hasta llegan a dejar sus estudios.
Son
más propensos a tener problemas con la ley.
Tienen
más probabilidades de ser abusivos cuando crezcan.
Tienen
más probabilidades de tener problemas cuando sean adolescentes o adultos.
Niños
que son testigos del bullying
Frecuentemente
se sienten mal o culpables porque no hicieron nada para evitarlo.
O
incluso sienten que fueron cómplices.
A
veces ellos también temen ser agredidos.
Pueden
sufrir daño emocional.
Tienen
más probabilidades de faltar a la escuela.

Los
padres y todo el personal de la escuela tienen la responsabilidad de unirse
para hacer de las escuelas lugares libres de violencia y de bullying. Hay mucho
que podemos hacer para ayudar a detener el bullying. "Basta de bullying,
no te quedes callado", es una campaña que necesita que los adultos se
involucren, con diálogo, aprendiendo estrategias efectivas, dejando en claro
reglas y estando muy atentos. Los niños y los adolescentes necesitan saber que
estamos para guiarlos y protegerlos. Ellos necesitan adultos que puedan
reconocer rápidamente el bullying e intervenir con seguridad y coherencia.
Ya
sea que estés siendo víctima de bullying o seas testigo de un ataque contra
otros, hay muchas cosas que puedes hacer para pararlo. Lo mejor es que NO TE
QUEDES CALLADO.
SÉ
AMIGABLE. Decir palabras amables al niño que sufrió de bullying es un gran
gesto y hace la diferencia. Intenta algo así como: "Lamento mucho lo que
te ocurrió". Déjale saber que el bullying es inaceptable y que él no debe
culparse a sí mismo por ello. Aún mejor sería que lo invitaras a ser tu amigo.
